Izquierda Unida decidió entregar su llave del Gobierno de Extremadura a quien su Consejo Político Regional, compuesto por medio centenar de personas, eligió en votación secreta. El resultado, un 28-19 a favor de la abstención, permitirá que José Antonio Monago, con el apoyo de sus 32 diputados, sea investido presidente de la Junta gracias a una mayoría simple. El coordinador nacional de IU, Cayo Lara, y el regional, Pedro Escobar, defendieron en las reuniones del partido convocadas ayer y hoy sumar sus tres escaños a los 30 del PSOE para propiciar el nombramiento de Guillermo Fernández Vara. Víctor Casco, diputado electo por Cáceres, aseguró a las dos de la tarde en rueda de prensa que tanto él como Escobar entendían que la abstención sería la salida “menos digerible” para sus siglas, pero que los tres escaños respetarían y asumirían la postura del Consejo Político Regional en su votación. Sólo Alejandro Nogales, tercer diputado electo, había avanzado desde muy poco después del 22 de mayo su posición favorable a la abstención. Izquierda Unida afronta ahora una situación de extrema fragilidad: ni su coordinador nacional ni su coordinador regional ni dos de sus tres parlamentarios coinciden con la opción que finalmente tendrá que ejercer IU en la Asamblea de Extremadura. Las bases de la formación de izquierda han rechazado, por la vía de los hechos, el liderazgo de sus dirigentes y eso tendrá sin lugar a dudas consecuencias en el corto plazo. En realidad, en un partido que se caracteriza precisamente por su marcada política de ‘oposición’, las bases han materializado esa máxima contra quienes, desde dentro o desde fuera, han querido condicionar su futuro.
Pero lo relevante de lo sucedido ayer es que, después de un mes de declaraciones, asambleas y deliberaciones, el camino hacia una formación de gobierno se vislumbra con claridad. José Antonio Monago, presidente del PP, el partido más votado en las elecciones, tiene en bandeja la Presidencia de la Junta. Como se ha reclamado desde estas páginas varias veces, la urgencia de nombrar un responsable de la Junta se hacía cada vez más evidente. No era lógico ni positivo, como alguna vez planteó Izquierda Unida, llegar a pasado mañana, día de la constitución de la Asamblea, sin una solución que definiera la actitud que fuesen a tomar los tres diputados de IU-SIEX-Los Verdes.
No caben ya, pues, nuevas maniobras en torno a la configuración del Gobierno extremeño. Entre otras cosas, porque tanto Monago como Vara han dicho que respetarían el dictamen del Consejo Político Regional de IU. Vara ha insistido en ello esta misma tarde. Las urnas dibujaron un hemiciclo sin mayorías absolutas y la legitimidad recae en aquel que consiga hacer valer su mayoría suficiente. En este caso, esa cifra de 32-30 que presumiblemente dará paso al Gobierno del Partido Popular en Extremadura debe ser reconocida como el fiel reflejo de la decisión de la soberanía popular. Por eso hay que felicitar al ganador, por encima de todo.
A partir de ahora toca ponerse a trabajar. Y también toca acostumbrarse a la gestión de un tiempo político que nada tendrá que ver con los anteriores, en el que se necesitará consensuar muchas de las medidas que vayan a ponerse en marcha, muy especialmente aquellas que beneficien la recuperación económica y del empleo, que en Extremadura alcanza a 125.000 personas.
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